

Amanecer
Camino de una reunión, en una ciudad extraña, encontró un paisaje que asemejaba una pintura de Turner. Durante todo el día, en despachos lejanos, su retina era aquel paisaje. Entrada la noche un carruaje vino a transportarla a la orilla de aquel río de aguas ocres. Allí, detrás de un caballete, un pintor concluía su obra. En el lienzo una mujer parecida a ella paseaba mirando las aguas tranquilas de aquel río brumoso. Inquieta, parecía esperar a alguien. El pintor paseaba su pincel suavemente por la tela cuando ella despertó. Era martes, un día cualquiera, y al otro lado de la cortina latía el amanecer en Berlín.

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